By Adolfo Sanchez Vazquez
En l. a. primera parte, el autor polemiza con las propuestas estéticas de otros autores marxistas, especialmente Lukacs y Garaudy. Asevera que los angeles primera es limitada porque elige como criterio de valor de las obras de arte una serie de condiciones que sólo el realismo puede cumplir. Critica también los angeles manera en que el segundo identifica apriorísticamente arte y realismo.
El ensayo "El destino del arte bajo el capitalismo", que forma los angeles segunda parte, es un brillante desarrollo de los angeles inspiration de Marx sobre los angeles hostilidad esencial del Capitalismo hacia el trabajo artístico.
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Quien reduce lo artístico a lo ideológico, pierde de vista su dimensión esencial, creadora; quien ve sólo en él una forma de reflejo de la realidad, olvida aún mM este plano fundamental. es decir, olvida que el producto arwtico es una nueva relidad que testimonia, ante todo, la presencia del hombre como ser creador. LAS IDEAS DE MARX SOBRE LA FUENTE Y NATURALEZA DE LO ESTETICO' Lo tstético )' lo humano En sus obras de Juventud y) particulannente) en sus Manuscritos económico-fIlosóficos de 1844 Marx se preocupó de esclarecer la fuente y naturaleza de lo est~tico y) en el marco de la relaci6n estética del hombre con la realidad) fij6 su atención en el arte como "creación conforme a las leyes de 1& belleza".
Este hacerse objeto, esta objetivación, lejos de mermar al sujeto, como acontece en Hegel, es justamente lo que le hace hombre y le mantiene en su nivel humano. De este modo, en el mundo especificamente humano, en el mundo del arte y del trabajo, no existe un objeto en sí, pues el objeto es una creaci6n del sujeto, un producto en el que este se objetiva, pero el sujeto tampoco existe en sí, sino como sujeto que se objetiva. Ahora bien, como dice Marx, el hombre se objetiva porque él mimlo es ya un ser objetivo, vale decir, es de por si objeto y tiene un objeto.
Marx con su crítica demuestra el carácter abstracto, irreal, tanto del sujeto como del proceso en que ~te se objetiva y cancela su objetivaci6n (o enajenación). Cierto es que Hegel admite que el hombre participa en este proceso, pero no se trata, en definitiva, del hombre real, concreto, sino de un hombre tan abstracto e irreal como el espúitu del que es portavoz. Con todo, Marx no regatea los m&itos al autor de la FtllOmenologkz del espfritu. El hombre está presc'nte ahí aunque en lonna mistificada y, por eUo, Hegel pone en nuestras manOS la clave para entender la historia humana como movimiento de objetivaci6n y superaci6n de la enajenación.