Download Solterona. La construcción de una vida propia by Kate Bolick PDF

By Kate Bolick

Kate Bolick grew up considering that she may in the future get married. She even deliberate to do it sooner than she grew to become thirty. She could provide herself until eventually then to check, test, and judge what she desired to do together with her expert existence. even if, while she reached thirty her wish to get married had evaporated. a brand new decade jam-packed with ambition lay ahead of her, and marriage turned a nuisance. Bolick has no longer written a self-help e-book or an inspirational advisor. via her reports, she manages to give an explanation for how the literature of Edna St. Vincent Millay, Maeve Brennan, Edith Wharthon, Neith Boyce and Charlotte Perkins Gillman helped gas her ardour. She discovered to not search via others yet herself, to reside as a lady who doesn't want someone else to assist her construct her identity.

Show description

Read Online or Download Solterona. La construcción de una vida propia PDF

Best no-ficcion books

El Camino Hacia La Cumbre

Paul keres fue uno de los mas grandes jugadores se los angeles historias del ajedrez y uno se los mas significados aspirantes al campeonato mundial durante un tercio de siglo.

Asi Se Pinta Con Lapices de Colores

Los materiales, las tecnicas, l. a. teoria y los angeles practica del Arte de pintar con lapices de colores. Toda una guia para aprender o avanzar en cuanto a tecnica se refiere de este arte.

Additional resources for Solterona. La construcción de una vida propia

Example text

Antes me daba vergüenza quedarme embobada ante las casas de los famosos; sentía que aquello era como mirar la adaptación cinematográfica de una novela sin haber leído jamás el libro, pero ahora sé que una casa es un libro, sólo que no de los que estamos acostumbrados a leer. Aquel libro parecía la historia de un traje de gala prestado. La madre de Edna, Cora Buzzell, nació en Belfast, Maine, en 1863; conoció a Henry Millay y se casó con él en 1889 y pronto dio a luz a tres hijas, tras lo cual las diferencias entre la pareja (ella era responsable y trabajadora, él no) se hicieron demasiado evidentes como para poder pasarlas por alto.

Pero el único momento del año en que reconocíamos de verdad el tictac de la bomba de relojería que teníamos entre nosotros era el día de San Valentín, fecha en la que mi madre se enteró de que el cáncer iba en remisión. Aquélla era su fiesta (nosotros tres éramos sus invitados). Engalanaba la mesa y dejaba un regalito especial en cada plato —recuerdo especialmente un luchador de Siam rojo y azul que me dejó en una bolsa de plástico llena de agua— y, antes de comer, pronunciaba una especie de oración laica sobre lo agradecida que estaba de seguir viva, trabajando en lo que le gustaba, casada con el hombre al que amaba y viendo crecer a sus hijos.

Susan Glaspell, The People, 1917 Prefacio Cuando era niña pasé varios veranos con mi familia en una isla diminuta frente a la costa de Maine. Es apenas una mota sobre el mapa y mide poco más de un kilómetro y medio en su parte más ancha; un zarzal descuidado de abetos y playas rocosas, sin hoteles, tiendas ni restaurantes, ni siquiera coches: sólo unas cuarenta casas de veraneo desperdigadas, antaño grandiosas, hundidas sobre sus cimientos. Mientras los mayores leían o jugaban al tenis en las canchas de tierra batida, los niños desaparecíamos en un universo alternativo, echábamos carreras en bañador por sucios caminos de arena y enormes prados verdes, el aire salobre vibrando con las sirenas de niebla y los cantos de los pájaros.

Download PDF sample

Rated 4.49 of 5 – based on 10 votes